Cierre del Acuario Municipal

Historia del tortugo Jorge

A principios de 1984, en una playa cercana a Bahía Blanca (Buenos Aires, Argentina), un enorme tortugo, entumecido por el frío y herida, fue rescatada por pescadores. El Instituto Oceanográfico Argentino, con sede en esa ciudad, la identificó como de la especie Caretta caretta, una tortuga tropical común de mares cálidos pero inusual en el Mar Argentino. En ese momento, no se consideró devolverla al mar, dado que la devolución de animales tropicales poiquilotermos (de sangre fría) a medios muy fríos no se aconseja para la especie. Esto es debido a que un descenso en el metabolismo los lleva a la muerte por causas fisiológicas y/o mecánicas, por ejemplo, asfixia.

El Acuario Municipal de Mendoza era el único capaz de recibirlo, por lo que el tortugo fue despachado vía aérea a la Ciudad de Mendoza en seco, dentro una caja de madera construida especialmente para el animal. Fue recibido el 4 de marzo de 1984, pesando en ese momento 40 kg. Con el tiempo se lo llamó Jorge. Luego de estar en varios recintos, con 85 kg de peso, se lo trasladó en febrero del 2006 a un estanque de 20.000 litros de aguamarina. Su lugar fue construido en hormigón, para soportar la presión del agua. No posee adornos porque se busca que el ejemplar pueda nadar en círculos y así ejercitarse.

La pecera del tortugo posee un sistema de circulación de agua y un sistema de filtrado biológico aeróbico a través de microorganismos. Ambos mecanismos mantienen en conjunto el agua en óptimas condiciones. Por otra parte, la calidad del agua es chequeada continuamente por nuestros profesionales y el personal de mantenimiento mediante tests químicos que determinan parámetros como salinidad, pH, densidad y temperatura. Cabe destacar que esta última se regula mediante las ventanas de ventilación por aire natural o, en época invernal, por el sistema de calefacción. Gracias a las ventanas, el animal recibe también luz solar, esencial para la asimilación de calcio.

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