Con la música en el cuerpo

Dic 18, 2015 Categoría: Ciudad

Nada puede sustituir la experiencia, eso es sabido. Luego viene lo que uno hace con ella. En este caso, Mendoza ha tenido por tercera vez el privilegio de recibir al experimentado maestro francés Jean Jacques Lemêtre, quien una vez más brindó una porción de su vasto conocimiento en un seminario de dos días. “El cuerpo musical” fue el título del taller que este artista integral dio en el Museo de Arte Moderno, en noviembre, ante unos 40 asistentes.

Multiinstrumentista, compositor y miembro fundamental del Théâtre Du Soleil de Francia, Lemêtre es un maestro reconocido en todo el mundo. Viaja por los cinco continentes compartiendo la inabarcable cantidad de aprendizajes que ha ido incorporando a su ser a lo largo de toda una vida dedicada al arte. Este músico también es luthier y coleccionista, con más de 3000 instrumentos en su haber, provenientes de los rincones más enigmáticos del planeta.

Durante dos intensas jornadas, este alquimista de sonidos capturó la atención de unos 40 artistas mendocinos con hambre de perfeccionamiento, con avidez por crecer en su expresión y la posibilidad de manejar más y mejores herramientas escénicas.

En un recreo, y traductor mediante, el francés mostró su amabilidad y profundidad reflexiva al responder algunas inquietudes para estas líneas que no quieren desaprovechar su paso por la Ciudad.

¿Qué disfruta de brindar seminarios?

JJL: Disfruto la transmisión, dar todo lo que he visto, todo lo que conozco. No me lo quiero guardar para mí. Tengo la suerte de poder viajar por todo el mundo, verdaderamente todo el mundo, y así puedo ver y entender cosas absolutamente increíbles. Me gusta donar los conocimientos, por eso cuando termino cada seminario dejo mi mail para seguir en contacto y siempre comparto con todos los que me escriben. Cada vez que viajo le envío a todos cosas que ellos no podría ver de otras maneras.

¿Y qué resultados ve en sus alumnos?

JJL: Hay gente que me agradece por haber dado estos cursos antes de morir. Hay de todo. Algunos en sólo dos días muestran un progreso, pero no es un progreso lineal. La lección es ser exigente con uno mismo: uno ensaya y si se equivoca, vuelve a probar. No es lo mismo creerse un árbol que ser un árbol. El trabajo comienza por el exterior y luego entra en uno mismo: es conocimiento verdadero, sincero y concreto. Hay momentos que veo el progreso en los ojos y en el corazón de los estudiantes, en su presencia, en su forma de ser. Hay cosas que no se digieren fácilmente, que no están asimiladas en el interior. De a poquito voy viendo un avance y al mismo tiempo se van agarrando vicios y defectos, así que siempre hay que seguir trabajando y retrabajando.

A través de esos conceptos, Lemêtre trata de lograr que sus estudiantes consigan una comprensión profunda, que asimilen paulatina pero perdurablemente cada aprendizaje, para que luego puedan aplicarlos con naturalidad en sus distintos caminos.

“Hay que saber hablarse a uno mismo, saber qué querés dar, algo político, social, artístico, qué es lo que querés decir. Si uno se queda solo en la expresión corporal no hay ningún interés. Pero si tenés ganas de dar algo verdaderamente, alimentar la llama tuya y de los demás, tenés que plantar una semilla, cuidarla, regarla, nutrirla y luego crece. Yo quiero darle a la gente esperanza en un mundo que es difícil, hay mucha diferencia entre pobres y ricos, entre las personas, el planeta está en una situación difícil”, expresó Jean Jacques.

¿Y qué se puede lograr a través del teatro?

JJL: Con el teatro se puede llegar a pequeñas cosas. La gente cuando ve teatro no ve a los actores y las actrices, sino lo que ellos proponen: un mundo que no es nuevo, pero que es un poquito mejor, tal vez un poco más sano. Si uno se hace preguntas puede alcanzar esas transmisiones, son pequeñas cosas, pero si hacemos muchas de esas pequeñas cosas buenas le estaremos dando batalla a los que hacen cosas malas.

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